Manuel Fernández-Braso: «Los gobiernos nunca han tenido interés en que las galerías sean una potencia cultural»
En 1971, Miguel Fernández-Braso y Carmen Muro decidieron situar una librería-galería en pleno barrio de Salamanca, «convirtiéndose en aquel entonces en el pilar de la escena del arte español y en altavoz de todos sus protagonistas en plena Transición », explica Manuel Fernández-Braso (Madrid, 1973), quien abre las puertas y enseña exposiciones a todo aquel que se acerque al Retiro madrileño y muestre interés por el arte contemporáneo. En sus salas han expuesto los más prestigiosos, influyentes e importantes artistas contemporáneos españoles, como Millares, Tàpies o Alfredo Alcain. Noticias Relacionadas estandar No arco 2023 Nicolás Combarro: «Existe una tendencia hacia la monumentalización y la ostentación del poder político» GERARD BONO estandar No ARCO 2023 Belmonte Galería: «Si continuamos pensando que nunca es buen momento, nunca haremos nada» AMINA OULD En la actualidad son los hijos de Miguel y Carmen quienes dirigen la galería, siguiendo el camino iniciado hace 50 años. «Tanto mis hermanos como yo hemos crecido y vivido rodeados de arte y no concebimos la vida de otro modo que no sea con el arte bajo el brazo», detalla el galerista. «Ahora nosotros seguimos el camino que iniciaron ellos. El negocio de las galerías suele ser muy familiar y, en ocasiones, a las siguientes generaciones les gusta romper con lo anterior e iniciar su propio camino. Nosotros nos hemos sentido siempre muy a gusto continuando con el trabajo ya iniciado por nuestros padres». Artistas consagrados La galería colabora con una mezcla de autores de la década de los 50 y actuales (acaban de fichar a Guillermo Martín Bemejo); un grupo que genera una singularidad y personalidad propia. «Trabajamos simultáneamente con 15 creadores, algunos de ellos están en activo y otros son ya vanguardia histórica. Intentamos tener una especie de equilibrio entre ambas partes», apunta el galerista. Los tres hermanos buscan que exista siempre una sinergia entre los artistas , y que los nuevos que se incorporan lo hagan de manera natural, retroalimentado al resto e incluso «rebatiendo lo que ya hay, porque de esa oposición vemos que surgen nuevas lecturas y nuevos intereses». Carmen Calvo, Rosa Brun, José Manuel Broto, o Antonio Saura y Manuel Hernández Mompó –a los que ahora une el color negro en las paredes de la galería– son alguno de los nombres con los que los Fernández-Braso rotan sus contenidos cada dos o tres meses. «Nosotros no trabajamos con lo que se conoce como jóvenes promesas. Para hacernos una idea, el más joven de nuestros artistas puede tener 50 años y ya ha expuesto en muchas galerías del mundo. Son profesionales ‘de media carrera’, ya consagrados», explica Manuel Fernández-Braso. «Trabajamos además con artistas fallecidos, como Ouka Leele o Mompó, con sus legados y sus familia». En la galería se sienten « testigos afortunados » al acompañar a los pintores en su evolución y su carrera, observando los caminos y riesgos que van tomando. «El arte y la evolución de un autor es algo muy liquido, y ver cómo fluctúa y cambia tiene muchas recompensas cuando estás dentro de ese proceso y lo vives en primera línea de exposición». Una galería viva Cuando se le pregunta sobre su objetivo con la galería, Fernández-Braso lo tiene claro: «La venta y la difusión son fundamentales. Con lo que tú vendes pagas los gastos de tener un local abierto al público de manera gratuita durante toda la semana y también cobra el artista para que pueda seguir trabajando, pero, por encima de eso, a nosotros nos interesa tener una galería viva ». Buscan que su espacio sea un punto artístico que la gente tenga en sus agendas, que visiten con frecuencia y que se interesen por lo próximo que van a exponer. «También queremos ser capaces de llegar a todo tipo de público: el entendido, el no entendido, el adulto y el joven», apunta el director. En cuanto a su opinión sobre el sector , Manuel siente que es «muy precario» en comparación con la situación de los países que nos rodean. «Los gobiernos nunca han tenido el mayor interés en que seamos una potencia cultural», subraya, explicando que las galerías siempre se han tenido que adaptarse y amoldarse a los vaivenes económicos y sociales, sin recibir muchas ayudas al respecto. La pandemia, por ejemplo, fue un momento especialmente duro para ellos, al ver cómo todo se paralizaba («exposiciones, contratos ya firmados, obras planeadas con los artistas…») de manera indefinida. « El primer temblor en el sector cultural se sintió en las galerías . Todo se paró en seco. Confirmé en aquella etapa algo que me rondaba durante un tiempo por la cabeza: que las galerías somos una sombra para el resto de la sociedad». A pesar de esto, este profesional cree que cuentan con la suficiente agilidad como para sortear de forma precisa todos los baches y contratiempos que se les interponen. En Madrid se siguen abriendo galerías, se asientan coleccionistas y se fortalecen nuestros centros de arte, lo que «ha construido un puente entre Europa y Latinoamérica»: «Todo esto hace ver que, a pesar de las dificultades en la comunidad de galeristas, hay dinamismo y fortaleza». Mirando al futuro, los hermanos Fernández-Braso celebran ya la llegada de ARCO 2023 : «Parece que será un episodio que deje atrás la pandemia de manera definitiva. Estamos ilusionados y preparados». Para la feria, van a apostar por Guillermo Pérez Villalta, Isabel Villar, Broto y Rosa Brun, todo junto a otros creadores como Félix de la Concha y Arturo Berned. «Llevamos a quienes creemos que nos distinguen de los demás, queremos que alguien que esté frente al estand de la galería Fernández-Braso sepa reconocer una visión, un gusto y una calidad propia».