¿Por qué la derecha evangélica sigue creyendo en alguien tan poco cristiano como Trump?

Tres matrimonios entreverados de una sucesión de señoras con más silicona que un cristalero, racista, misógino mentiroso compulsivo y estafador en serie. Aunque el Evangelio de San Juan advierte que «el que esté sin pecado, que tire la primera piedra», la biografía tabloide de Donald Trump no admite muchas dudas sobre la catadura moral del personaje que hoy será detenido y procesado en los tribunales de Nueva York. Aunque Trump se declare víctima judicial de «matones y monstruos de la izquierda radical», el caso de Stormy Daniels supone una vuelta al Donald que se hizo famoso mucho antes de ocupar la Casa Blanca , sobrevivir a dos impeachment y alentar el asalto al Capitolio. Es decir, el Trump que gustaba presentarse a medio camino entre 'player' & 'fucker', convencido de que su reputación y su patrimonio le hacían irresistible. Un tipo que hablaba por la radio de sus 'ménage à trois', que presumía de por dónde agarrar a las mujeres, y que compartía fiestuquis con el deleznable Jeffrey Epstein. Con todo ese morboso historial, la pregunta del millón de dólares es porqué la derecha evangélica de EE.UU. ha respaldado, y sigue respaldando, a alguien tan poco cristiano como Trump. La respuesta tiene mucho que ver con la guerra cultural y la evolución de esa grieta ideológica que nace en los sesenta y ahora se ha convertido en el Gran Cañón que separa a la sociedad americana. Para los evangélicos, Trump es un «mensajero imperfecto» pero que ha cumplido con creces sus expectativas. Especialmente tras haber nombrado tres magistrados provida para el Supremo que han terminado por derogar la jurisprudencia sobre el aborto establecida hace casi medio siglo en Roe vs. Wade. En este sentido, el divino bunga-bunga se ha ganado lo más parecido a una indulgencia plenaria. Dentro de este delirio de contradicciones maquiavélicas, el mesiánico Trump es comparado con el rey Ciro el Grande, que según el relato bíblico liberó a los judíos del cautiverio babilónico, a pesar de ser él mismo un gobernante persa que no creía en el dios de Israel. Aleluya.