Cada viaje de Don Juan Carlos a España -dos desde su abrupta salida- se salda con un rosario concatenado de informaciones confeccionadas, a buen seguro, con la 'mejor' intención periodística pero que suelen saldarse con una notable sobreactuación de aspavientos por buena parte de la opinión publicada. El Rey fue acusado de no guardar la discreción y de personarse en algo tan pernicioso y clasista como unas regatas, como si el propio JC hubiese convocado a los medios para exhibirse en declaraciones irresponsables mientras hacía equilibrios en embarcaciones exclusivísimas. Eso ocurrió en su primer viaje. En este segundo, con los ánimos algo más calmados y algo menos de apetito por el periodismo de toda jaez, JC fue señalado por llegar...
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