Con ‘Sálvame’ va a morirse la peluquería de plató, la siesta tóxica de los que no echan la siesta. ‘Sálvame’ ha sido un zoco de chivateo, un manicomio de portería, un desmadre de vecindonas donde al infundio le ponían nombre de primicia. Así de imaginativos salieron, así de tristes. Ha resultado ‘Sálvame’ la eternidad de la nada, hasta que la eternidad se ha muerto.
Llegó, en algún momento, al éxtasis de convertirse en chisme de sí mismo. En algún momento, y para ahí quedarse. Tuvo un triunfo, hablando de gentes ajenas, y enseguida de colaboradores propios, pero finalmente el tema diario era el programa mismo, que tuvo rachas de reforma, para no reformar nada. Se agitaban jefes, se barajaban charlatanes, se...
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