Ángeles Rodríguez, conocida como Pam, acaba de gritar ¡gordos al poder! Y se ha quedado más ancha que larga, tan satisfecha como suele tras soltar una sandez, con esa desinhibición ante el ridículo que finalmente casi resulta enternecedora por lo que supone de desnudarse por dentro sin rubor, por mostrar sin sofoco alguno el 'peculiar' (dejémoslo ahí) material cognitivo que habita en su cabeza, ese devastador erial del sentido común. Seguramente, su ¡gordos al poder! no se halla entre las ciento cincuenta sandeces más notables que le hemos escuchado últimamente, donde resulta imbatible, en este caso por hiriente, la carcajada que se echó en público con los violadores y pederastas que ven rebajadas sus penas por la ley que ha...
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