Conflictividad creciente
La manifestación convocada ayer en Madrid por el colectivo SOS Rural, que aglutinó a ámbitos del sector primario como agricultores, ganaderos, cazadores o transportistas , vino a sumarse al ambiente general de descontento expresado en las últimas semanas contra el Gobierno por otros muchos colectivos. La percepción de desgaste del Ejecutivo con los funcionarios de la Seguridad Social, los empleados públicos de Justicia, los trabajadores de Instituciones Penitenciarias, o los propios jueces y fiscales, más allá de la resuelta crisis con los letrados de la Administración de Justicia, configura en plena campaña electoral de las municipales y autonómicas un escenario poco propicio para Pedro Sánchez. Las encuestas que en los últimos días viene publicando ABC así lo atestiguan. El Partido Popular está en condiciones de disputar la gobernabilidad de la Comunidad Valenciana al conglomerado de partidos de izquierda que lideran los socialistas de Ximo Puig con Compromís y Podemos. Cantabria puede ser recuperada por el PP después de años de alianza entre el Partido Regionalista Cántabro y el PSOE, y La Rioja o Extremadura incluso están en el alero para los socialistas. Si a eso se añade que Murcia o Madrid pronostican una segura victoria del PP, el PSOE conservará Asturias y Navarra con seguridad, a la espera de lo que pueda ocurrir en lugares tan determinantes como Aragón, Castilla-La Mancha o Baleares, que a dos semanas del 28M no ofrecen un diagnóstico claro. En este inicio de campaña, al PSOE, y a Sánchez, le están penalizando las candidaturas anunciadas por EH Bildu en distintas poblaciones vascas, con 44 terroristas en las listas, varios de ellos con delito de sangre y con presencia institucional garantizada. Si no fuera así, el presidente castellanomanchego, Emiliano García Page, no se habría desmarcado de una forma tan rotunda a como lo ha hecho en las ultimas horas, afirmando que con Bildu él no querría ir «ni a la vuelta de la esquina». Las alianzas parlamentarias con el partido de Arnaldo Otegi están pasando factura al PSOE en una atmósfera de crítica social creciente. A estas alturas, ofrece muy pocas dudas que esta campaña de las autonómicas y locales es en realidad un plebiscito sobre el propio Sánchez y una prueba de fuego delicada para el PSOE. Encuestas como las publicadas por ABC demuestran que al PSOE puede no serle suficiente para mantener una mayoría global de voto en todo el país la improvisación de consejos de ministros extraordinarios como el convocado la pasada semana para aprobar medidas de urgencia contra la sequía. La manifestación de ayer demuestra que el descontento de agricultores o ganaderos no se satisface solo con ayudas económicas de dudosa implantación sin abordar antes un plan estratégico a largo plazo para socorrer al sector. Tampoco, el intento de crear mensajes catastrofistas contra el PP, como las advertencias de las últimas semanas sobre Doñana, parecen estar surtiendo efecto para los socialistas. Pesan más sobre el electorado sus decisiones sobre la derogación de la sedición, las contradicciones de mantener acuerdos estables con Bildu, o las rebajas masivas de penas a agresores sexuales a través de la ley del 'sólo sí es sí'. El deterioro del voto socialista es notorio. De hecho, representantes de colectivos del mundo rural lo expresaron ayer con nitidez al asegurar que las ayudas aprobadas por Moncloa contra la sequía «son humo». El diagnóstico generalizado es que las municipales y autonómicas son una suerte de primarias de las elecciones generales en las que el PSOE se juega mucho más que la presidencia de autonomías o el peso que actualmente tiene en el poder municipal.