En condiciones normales, un jefe del Gobierno en claro desgaste habría depositado el peso de estas elecciones en sus presidentes autonómicos y alcaldes. Gente que con mayor o menor fortuna pueda presentar a sus vecinos una gestión razonable, alejada en lo posible de la crispación que domina las instituciones nacionales. Personas de talante sensato como el sevillano Muñoz, el extremeño Vara o el manchego Page. Pero eso es no conocer a Sánchez. El presidente es un aventurero de la política que sólo entiende el liderazgo en términos polarizadores , personalistas, plebiscitarios, y cuyo carácter narcisista afirmarse por encima de las cualidades individuales de los verdaderos candidatos. Por eso se ha echado la campaña a cuestas, decidido a ignorar la evidencia...
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