Lo que se juega en Hiroshima
Mientras en Ucrania se libra una cruel y sangrienta guerra, en la ciudad de Hiroshima se diseñan las reglas de otra contienda –esta económica–, donde la geoestrategia está llamada a sustituir el orden mundial que durante años estuvo marcado por la globalización. No deja de llamar la atención el lugar escogido por Japón, el país anfitrión. Se trata de la ciudad mártir que recibió el primer ataque nuclear de la historia el 6 de agosto de 1945. Y quienes se reúnen son el Grupo de los Siete (G-7) que acoge a las potencias aliadas occidentales de la Segunda Guerra Mundial y a los que fueron sus enemigos del Eje, hoy convertidos en prósperas democracias liberales. Sólo por estos contrapuntos que permiten comprobar que la historia no está escrita de antemano hay que agradecer al primer ministro nipón, Fumio Kishida, que escogiera como sede a la que también es su ciudad natal. El elemento central de esta cumbre es la seguridad económica. Se trata de un aspecto muy importante para Japón. El país aprobó en 2022 una Ley de Promoción de la Seguridad Económica y creó un ministerio 'ad hoc'. En la noción de seguridad económica caben cuestiones tan disímiles como las sanciones económicas a Rusia, la prohibición estadounidense de vender microprocesadores a China o el concepto de 'friendshoring' que aboga por relocalizar las cadenas de suministro en países donde el riesgo de interrupción por razones políticas o diplomáticas es bajo. Es decir, países amigos. Pero no todos los miembros del G-7 comparten un mismo concepto de seguridad económica y esa es una de las cuestiones que están en juego este fin de semana. Mientras Japón, EE.UU. y el Reino Unido están de acuerdo en que hay que asumir ya que el mundo del futuro estará segregado en bloques y hay que intentar que la mayor parte de éste se sienta atraído por el tuyo, otros países como Francia o Alemania aún creen que el comercio es un vehículo para la paz aunque haya fracasado estrepitosamente con Putin. Desgraciadamente, cada día hay más indicios de que viajamos a un modelo de globalización segregada, donde cada vez habrá más cortapisas políticas como lo prueba el hecho de que la Organización Mundial del Comercio está aceptando cada vez más las 'excepciones por seguridad nacional' como argumento para no comerciar o hacerlo bajo condiciones. Un segundo concepto que está sobre la mesa es el de 'Indopacífico'. Se trata de un artefacto intelectual de Washington y sus aliados de Asia y Oceanía que busca integrar en su escenario geopolítico a la India para contrapesar con su economía y población las fortalezas de China. Sin embargo, no está claro que la India quiera ser incluida en ese marco estratégico. El país tiene una larga tradición de no alineamiento, es muy consciente de los problemas fronterizos que debe atender, y ahora mismo se está beneficiando del petróleo barato que le vende Rusia. No sólo la India ha sido invitada al G-7, también otros países como Indonesia o las Comores que podrían representar al llamado 'Sur Global', aquellos países que condenan la invasión de Ucrania, pero no aplican sanciones a Rusia y en la práctica validan la agresión. A ellos se dirigió ayer Volodímir Zelenski durante su escala en la cumbre de la Liga Árabe en su viaje al G-7. El mandatario ucraniano ha decidido salir al mundo a proclamar su causa dejando aún más en evidencia el encierro de Vladímir Putin en Moscú. .