Las elecciones las gana el que saca más votos. Esta obviedad democrática y aritmética ha quedado algo diluida por la fragmentación del bipartidismo clásico y la consiguiente necesidad casi estructural de pactos. Se trata de un desenfoque interesado que relaciona la victoria con el mercado negro del poder y no con el sufragio, que es el elemento esencial en la determinación del resultado. Por tanto, la victoria del próximo domingo será de la fuerza que obtenga más respaldo en el agregado total de los municipios, único parámetro posible en esta convocatoria para medir el grado de implantación nacional de los distintos partidos. Con algunos matices, el principal de los cuales consiste en que las formaciones más pequeñas no se presentan...
Ver Más