Una de las máximas de un periodista es proteger a sus fuentes de información. Puedes proteger a un ladrón para descubrir a un asesino y a un estafador para desenmascarar a un pederasta. La clave está en que si alguien se la juega confiándote un secreto ese alguien tiene que poder confiar en ti para que los periodistas podamos hacer una de las cosas más importantes de cuantas tenemos encomendadas, conseguir una sociedad más justa, libre y democrática. Esta columna va de eso, de proteger a una fuente. María es el nombre ficticio de la fuente que sí tiene 22 años y está a punto de graduarse en la universidad. Luce cara de buena, es estudiosa y hasta tiene un...
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