Esta campaña en el fango sólo podía acabar con un escándalo de compra de votos y con el PSOE señalado y en búsqueda desesperada de algún candidato del PP, aunque sea un concejal de mínimo rango, al que poder salpicar con el ventilador del barro. Esta clase de mercado negro es frecuente en elecciones locales pero a los socialistas les ha estallado en la cara y de plano en el momento más delicado, con las expectativas cuesta abajo y el incómodo recuerdo de un líder que trató de saldar una votación interna del partido con un pucherazo. En las filas del sanchismo cunde una atmósfera de descalabro. Para mayor inri, la imputación del número dos de Juan Espadas , nada...
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