No habría habido milagro español en los sesenta sin sol y playa, tronco de un árbol que puede seguir creciendo indefinidamente en calidad, cantidad y diversificación. Cuando no exportábamos nada, la única fuente de divisas era el turismo. Este bendijo la década prodigiosa, la del 7 por ciento de crecimiento anual, con las suecas de Landa y Sacristán, los intercambios, la mezcla de ideas y de flujos corporales. Fue el cambio más veloz que España ha conocido. El 'primum movens' de tal fenómeno fue Manuel Fraga , o algún asesor suyo cuyo nombre nunca conoceremos y que ha entregado su mérito al ministro franquista de Información y Turismo, monstruo de la naturaleza, campeón de oposiciones y presidente de la Xunta....
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