En el salto de cadena mientras escalaba a toda mecha el imponente Monte Lussari vieron los seguidores de Primoz Roglic (Trbovlje, 33 años) una calamidad más en la secuencia de infortunios que acompañan al ciclista de Eslovenia. Como si fuese una reedición moderna de Alex Zülle, el genial miope suizo de la ONCE, Roglic concentró en esa fatalidad durante la cronoescalada la corriente de simpatía que lo envuelve. Otra vez le tocaba perder con el afecto general. Pero la justicia poética existe, no siempre pierden los mismos y en la debacle de Geraint Thomas pudo sonreír y saltar de júbilo otra vez. Ganó la contrarreloj y se llevó el Giro de Italia, cuya última etapa consiguió Cavendish. Después de tres...
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