Desde que en marzo de 2003, treinta años ya de tradición artesana, José María Aznar acuñó con su «Váyase, señor González» la fórmula conservadora y la palanca del nuevo turnismo parlamentario –hasta la venida de la 'democracia real' de Pablo Iglesias la transición no fue más que una vuelta ordenada a la restauración– el Partido Popular no ha dejado de personalizar en el presidente del Gobierno saliente , valga la redundancia, todos los males que en beneficio de la nación había que extirpar. Los sucesivos jefes del Ejecutivo que procedían de la factoría de ideas, liderazgos y milongas de Ferraz han sufrido la misma ofensiva, siempre personal y personalizada por un PP que en las últimas tres décadas y de...
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