En Canadá se ha quemado ya el equivalente a la suma de las dos provincias de España más extensas , Badajoz y Cáceres, una pérdida de masa arbórea sin precedentes en uno de los mayores pulmones forestales del planeta. El titular de la noticia, en cambio, depende del humo que llega o no llega a Nueva York, donde el cielo se pone naranja para solaz de turistas y observadores a distancia de la pararrealidad audiovisual. Si los árboles no dejan ver el bosque, el humo impide contemplar el fuego. A un tonto le señalas un extintor y se pone a pensar en la fiesta de la espuma. El humo es al ojo lo que al oído el ruido –término definitorio...
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