Pedro Sánchez disfrutó de un minuto de oro el miércoles, cuando se burló de Núñez Feijóo por sus escasas posibilidades de investidura, tapando otro minuto infausto, donde anunciaba que pretende levantar un muro contra la mitad de los españoles. Ambos momentos definen la fibra moral del líder socialista. Resulta monstruoso ver cómo un presidente del Gobierno pierde las formas de manera calculada y se descojona de su adversario (sí, esa actitud malsonante de descojonarse) con varias interjecciones a cual más chusca –«jajaja, esta es muy buena, jajaja»– para no decir nada, salvo hacernos recordar al chungo perdonavidas del colegio que acosaba al alumno aplicado. Un gallito en el recreo del Congreso, que emparenta con los estilos de Chávez, Trump y...
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