Desde hace unos años estamos de moda todos aquellos que tenemos formación filosófica. Este repentino interés por la materia es muy positivo cuando se intenta evitar que las democracias constitucionales sólo escondan un oligopolio económico mundial disfrazado de oclocracias nacionales. El principal problema que puede ofrecer esta inclinación por el mundo de las ideas es parecido al de aquel que pasa por la universidad, pero la universidad no pasa por él. O al de quien usa los datos como un borracho una farola: buscar dónde encontrar apoyo, no iluminación. Esta realidad se constata especialmente en Twitter, donde gente de todo tipo de ideología esgrime frases sueltas de pensadores a los que no han leído o, si los han leído, no...
Ver Más