A la ciudad le faltan poetas, por eso se está quedando en los huesos que son huesos de provincias y hormigón caravista. Una ciudad sin poetas es como una ciudad sin un parque y sin niños con un balón que le den vida. Una ciudad sin poetas es una ciudad sin vistas. Una ciudad sin nombre, a la que nadie llamara, de la que todos se hubiesen olvidado… poco menos que un montón de casas desperdigadas y una vida vulgar sin forma de remediarlo. Los poetas son la mirada de lo que por cotidianidad se nos escapa. Arquitectos de días mejores, urbes con posibilidades de cielos más altos, porque «todo en el aire es pájaro. / Se cierne lo inmediato…»...
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