Había ayer una pareja de turistas de Castro Urdiales, una de las maravillas de Cantabria, tomándose unas almejas a la marinera en Casablanca. Entre el solomillo al marqués y la rosada a la americana, ya al final entablamos conversación. Llevaban varios días en Sevilla, ciudad de la que contaban que estaban absolutamente enamorados: «No hay nada como esto, lo tiene todo». La conocen bien porque han venido varias veces y nos ofrecieron una visión externa más que necesaria de cómo ha cambiado desde la última vez que la pisaron. Aseguraban que no la habían visto nunca tan masificada, que se ha encarecido. «Hace unos años cogimos un vuelo por 85 euros y ahora ya va por 200». Pero entendían lo...
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