La palabra imaginada (26): Sigue siendo un libro precioso
En las sombras del mediodía de verano, cuando arden los propósitos del frescor, y casi se huelen las llamas de las hogueras con los cuerpos terribles, Juan Pardo de Tavera se desliza en el lado de penumbra como un lagarto para no escuchar los gemidos de aquellos que lo miran sin disculpa, para no deshacerse al sol como ceniza que era el ansia robada de vivir. Jardines de la casa del Labrador. Aranjuez. RICARDO MARTÍN GARCÍA Apenas queda la elegancia para saber cuándo ausentarse. Esa armoniosa decadencia te enseñará cómo volverte sin herir. Traza sin miedo la distancia suficiente para el amor. Y luego sé cortés, sé cálida; entierra, sí, en la indiferencia tu corazón llagado.