Si Sánchez anuncia hoy su renuncia, los cinco días de 'impasse' presuntamente reflexivo habrán constituido su último ejercicio de narcisismo. Si decide seguir le quedarán muchos más, porque no puede vivir sin rendir culto a su propia personalidad, sin sentirse el alfa y la omega del universo político. En ambos casos tal vez haya disfrutado de tener en vilo a buena parte de la sociedad y sobre todo a su partido, cuya zozobra colectiva ha cristalizado en expresiones aclamatorias entre la angustia y el ridículo . Sin embargo, este lapso ha permitido constatar en términos objetivos –medibles en encuestas independientes– que una vez más la mayoría de la opinión pública no le ha creído. La confianza en su sinceridad está...
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