Manuel Pimentel se define como «una persona de ánimo muy templado». Tanto es así que asegura no recordar un mal viaje en toda su vida. Esa templanza impregna cada una de sus palabras, de sus gestos. Y no será que no haya viajado. Aparte de los desplazamientos de un lugar a otro, su currículum parece discurrir en todas las direcciones posibles. Dejó excelente recuerdo su paso por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales durante el primer gobierno de José María Aznar . Más tarde fundó una editorial, Almuzara, que acaba de cumplir su vigésimo aniversario con cuatro mil títulos en el catálogo y catorce sellos diferentes. Además, escribe. Y da clases sobre liderazgo empresarial en algunos másteres. Y dirige y presenta el programa ' Arqueomanía' , dedicado a la divulgación histórica, en RTVE. «No te sabría responder», me dice cuando insisto con la pregunta: ¿De veras no ha tenido un mal trayecto nunca, ni una anécdota que le haya fastidiado unas vacaciones o un viaje de trabajo? Con algo de malicia, intento tirarle de la lengua sugiriéndole que a lo mejor eso de ser ministro, con la responsabilidad que conlleva, es una aventura complicada. Pero tampoco: «Fue una experiencia muy grata, guardo un gran recuerdo». MÁS viajes noticia No El peor viaje del barítono Carlos Álvarez: ligero de equipaje en la luna de miel noticia No El peor viaje de Ramón Campos: con mellizas y a lo loco noticia No Tito Valverde: «El peor viaje de mi vida es a partir de los setenta» noticia No El peor viaje de María Negroni: tres meses de encierro en un lugar idílico Opto por dejarle tiempo. Hablemos de Almuzara. ¿Cómo se pasa de la política de primer nivel a fundar una editorial? «He sido lector toda mi vida, y además ya había publicado algunas obras. También me gusta el mundo de la empresa, tenía experiencia. Y me dije: si me gustan los libros y me gusta la empresa, ¿por qué no uno mis dos pasiones? « Así que creó una empresa de libros. Aquella editorial fundada »con un grupo de amigos« ha ido creciendo y se acaba de reunir para abordar el futuro. Cómo no, la inteligencia artificial se asoma también a los libros, y más de lo que podamos imaginar a priori. Este sí que va a ser un viaje movido. »Estamos en una primera fase en la que se puede usar como herramienta: ayuda a hacer portadas, textos promocionales...«. Pimentel admite que » hay un debate muy amplio en torno a ella «, pero debe usarse con prudencia y »siempre reconociendo los derechos de autor que corresponda«. «Es un sector modesto en sus números, pero con una gran capacidad de generar debate, de influencia social, de enriquecer. No te apartas del debate público, sino que participas de otra forma» La segunda fase, en la que ya estamos entrando, va un paso más allá: «Amazon, por ejemplo, está teniendo auténticos problemas para discernir qué libros provienen de chatbots y cuáles provienen de autores humanos». La autopublicación en su plataforma es lo que tiene, y de hecho ya hay cuentas que «cuelgan docenas de libros todos los días». Es decir: hay gente que le pide a una inteligencia artificial que le escriba un libro sobre «marcianos que hacen una guerra medieval en las galaxias», por poner un ejemplo aleatorio, y el ordenador se lo escribe. Luego, lo publica, lo cuelga y lo ponen a la venta. La próxima fase implicará plantearse el papel de escritores y editores en un panorama de convivencia con la inteligencia artificial. Siempre queda algo de esperanza: «La gente consumirá las historias que más les emocionen y les ilustren, que a mí me gustaría que fueran las creadas por humanos», comenta. Cuando empiezo a estar tentado de echar mano del ChatGPT para inventar el peor viaje de Manuel Pimentel, me llega por fin la respuesta humana. Y es muy, muy humana. «Tuvo que ser el 94-95, trabajaba en un proyecto de ingeniería y tuve que ir a Tijuana, en la Baja California «. Pimentel prosigue: »Nunca me había pasado, pero vi dos películas tristes en el avión «. Recordémoslo, es «una persona de ánimo muy templado», de modo que «nunca había tenido esa melancolía, ese sentimiento de vacío. Recuerdo que paseaba por las calles de Tijuana con una sensación muy melancólica mezcla de la lejanía y de las emociones que producen determinadas películas». Al día siguiente, asegura, «ya estaba en plena forma». En alguna reseña biográfica de Pimentel se lo define no como exministro, sino como expolítico. Le pregunto si encuentra más interesante el mundo editorial, y la respuesta deja claro que abandonar la primera línea y la militancia en un partido no es siempre sinónimo de dejar la política: «A mí la política me gustó mucho, la viví muy intensamente y la sigo con interés», y aunque admite que ahora le apasiona más el mundo del libro, advierte: « Es un sector modesto en sus números , pero con una gran capacidad de generar debate, de influencia social, de enriquecer. No te apartas del debate público, sino que participas de otra forma«.