Acabando la temporada por todo lo alto

Permítanme emplear un término futbolero y algo vintage pero el del viernes fue de los conciertos que crean afición, firmando la Orquesta de Valencia uno de los mejores conciertos desde el regreso al Palau de la Música . Dicho esto, es una pena que la sala Iturbi no ofreciera una buena entrada de público. Quizás el programa no era de los más populares, quizás el buen tiempo reinante o los múltiples compromisos y celebraciones de los viernes. El caso es que, en muchas ocasiones, grandes momentos, en este caso musicales, acontecen en días menos predecibles y a muchos les pillan con el pie cambiado. Aunque, ciertamente, los mimbres eran inmejorables: un director de prestigio, que ya dirigiera una memorable Electra en Les Arts y una contralto que actúa en los más importantes teatros del continente. Se abrió el concierto, como es habitual, con una obra contemporánea. Frontispiece for orchestra es una impresionante obra de la importante compositora coreana Unsuk Chin . Un portentoso fresco con citas a obras del gran repertorio, en este caso claramente Stranvisky y Bruckner, como sucede con otras obras suyas en las que pueden aparecer células beethovenianas seguidas de acordes de la Consagración de la Primavera a modo de genial «pastiche». Una música de una escritura virtuosística y una orquestación que exige una orquesta concentrada para abordar la compleja rítmica y atenta a las indicaciones dinámicas para lograr la transparencia requerida. Albrecht y los profesores asumieron el reto y llegaron a buen puerto con una lectura impecable. El ciclo de canciones basados en poemas de Ruckert son una obra maestra del Mahler más ensimismado y postrero, que en esta ocasión contó con la participación estelar de la excelente contralto alemana Wiebke Lehmkuht que llevó a las cotas más altas una música cuya interpretación está mucho más allá de lo anotado en el pentagrama. Por ejemplo en Si amas en pos de belleza en que se mostró en plenitud vocal en el amplio registro que exige este lieder, o en la interiorización de los lieder más introspectivos y profundos, sobrecogiendo a los presentes con su mayestática comprensión de la unidad que letra y música. Magnífica, de nuevo, la orquesta con especiales intervenciones solistas como los sombríos clarinetes y la trompa en el inicio de A medianoche. Albrecht abordó con éxito el Mahler más idiomático en la breve No me mires en las canciones, el único instante de cierta trivialidad de este ciclo. Ayudado por los excelentes solistas de corno inglés, el oboe así como el concertino Enrique Palomares, el director de Hannover nos condujo al estremecimiento en la crepuscular Me he extraviado del mundo. Cuando Klemperer en 1937 estrenó con la Filarmónica de Los Ángeles la orquestación de Schoenberg del cuarteto en sol de Brahms, le pareció un gran éxito la orquestación, declarando que «Ni siquiera se puede oír el cuarteto original, así que el arreglo es muy hermoso». El listón estaba ya en todo lo alto con las dos obras precedentes, y aun así se rebasó. Una lectura de enorme intensidad por parte de los profesores de la orquesta resultado de una dirección de primer nivel por parte de Albrecht. De los más de cuarenta minutos de la obra me quedo con el paroxístico «Rondó gitano», con unos músicos absolutamente en estado de gracia y toda una lección de dirección orquestal por parte de Albrecht: ardiente intensidad en el fraseo, virtuosismo en todos los solistas, flexibilidad en el ritmo y empaste en el conjunto. Un movimiento de cierre que contagió inevitablemente a un público que, a pesar de tratarse de una obra desconocida para muchos, sin embargo estalló en una calurosa ovación. Ficha artística Viernes 17 de mayo de 2024 Palau de la Música de Valencia Obras de Unsuk Chin, Gustav Mahler y Brahms/Schoenberg Wiebke Lehmkuht, contralto Orquesta de Valencia Mark Albrecht, director musical