Las urgencias políticas profundizan la tensión sobre el dato de inflación
La difusión del IPC de marzo, que el Indec dará a conocer mañana por la tarde, merece atención particular. El Gobierno ha puesto énfasis en que se situará muy próximo al 10% gracias al freno de mano que se registró en el rubro alimentos y bebidas. Hay consenso entre analistas y consultoras que siguen día a día de los precios en que se frenó la aceleración, aunque la mayoría estira el pronóstico a un promedio de 12%.
Inversores del exterior traídos por bancos globales se maravillan del curso económico pero todavía tienen dudas sobre la capacidad de derrotar la inflación.
El REM del Banco Central vaticinó 12,5% para marzo. Ayer, el Instituto de Estadística de los Trabajadores (IET), que responde al sindicalista Víctor Santamaría, informó que su "inflación de los trabajadores" fue de 10,4% el mes pasado.
Es el pronóstico más cercano al del Gobierno, aunque con atribuciones sensiblemente diferentes. "La desaceleración de la inflación en marzo estuvo asociada a la estabilidad del dólar nominal. También incidieron la reducción de la brecha cambiaria, la caída de los precios internacionales de las materias primas y la fuerte contracción del consumo, que está acotando los aumentos en ciertos sectores", dijo el IET.
Para el Gobierno y el ministro de Economía, Luis Caputo, la causa principal fue el severo ancla fiscal y, sobre todo, el monetario -motosierra y licuadora- que están aplicando en esta etapa del ajuste.
Este IPC tiene fuerte relevancia por lo que conlleva en el futuro de la tasa de interés, del tipo de cambio y las dinámicas que vinculan a ambas decisiones.
El Gobierno insiste en que no se moverá del crawling peg de 2% mensual. Y viene demostrando la voluntad por avanzar en una nueva reducción de tasas de política monetaria, hoy en el 80%, equivalente a 6,8% mensual.
El mercado espera definiciones sobre la política monetaria y cambiaria. Y El Gobierno necesita retrocesos más contundentes de la inflación, objetivo que persigue más asequible que otros éxitos políticos para compensar la recesión y la caída de ingresos de los hogares.
Como plantea el economista Iván Cachanovsky, del Eseade, este mes no hay tantas malas noticias en la consolidación de la baja del nivel de precios, pero sí es complicado para el bolsillo de la gente: transporte público, empleadas domésticas, ARBA, prepagas, telecomunicaciones, combustibles, gas, agua, alquileres, colegios privados y peajes.
Inversores del exterior que vinieron a ver de cerca aplauden el rumbo del Gobierno pero quieren ver no solo la capacidad de concretar las reformas prometidas sino la caída de los precios. Sospechan que la inflación es más dura de roer que lo aparente.
Urgencias que imponen los desafíos de una agenda política y social que juega al límite.