"Dicen que no hay que reabrir las heridas, pero es que nunca se han cerrado"
Hay heridas que nunca cierran. Como la del padre de Purificación Gallardo, que 80 años después aún ansía ver a su propio progenitor, darle ese beso que nunca pudo porque se lo arrebataron. Con 90 años todavía sueña con eso. A Pedro Gallardo, abuelo de Purificación, se lo llevaron los fascistas en 1938. ¿Su crimen? "Ser el alcalde de su pueblo (Valdetorres, Extremadura) y del PSOE", relata hoy su nieta con los ojos enrojecidos. Nunca volvió.
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