15 hábitos blandos que incorporar a tu vida con poco esfuerzo y buen resultado
Uno de los motivos por los que la gente fracasa en sus propósitos de año nuevo es que son demasiado ambiciosos. Nuestras vidas son complejas y en general muy ocupadas, y seguramente algo se interpondrá entre nosotros y nuestras buenas intenciones de cuidarnos más haciendo ejercicio, comiendo o mejor u organizándonos mejor la agenda. El trabajo, los estudios, la familia, imprevistos o, simplemente, Netflix.
Todos tenemos una idea aproximada de lo que significa mejorar nuestra vida. Dejar de fumar. Hacer algún tipo de ejercicio todos los días. Comer más fibra y proteínas. Dormir mejor. Reducir el consumo de alimentos procesados. Limitar el alcohol al mínimo posible o eliminarlo por completo.
Estos grandes objetivos no siempre necesitan ir acompañados de grandes esfuerzos. Uno de los secretos para mejorar son los pequeños cambios incrementales: hábitos sencillos, que no provocan una gran fricción psicológica, pero que a lo largo del tiempo nos acercan paulatinamente a nuestro objetivo.
Incorporar estos cambios aparentemente intranscendentes tiene su base en la teoría psicológica, que explica por qué tenemos unos comportamientos aprendidos y no otros.
Cuando repetimos un comportamiento con su correspondiente recompensa, una y otra vez, se refuerza y se convierte en automático. Los ganglios basales en la parte profunda del cerebro son los encargados de fabricar rutinas, series de acciones que repetimos sin necesidad de implicar al córtex prefrontal, la parte 'pensante' del cerebro. Cada vez que repetimos el ciclo, las conexiones entre las neuronas se hacen más fuertes, el comportamiento automático se perpetúa. En otras palabras, si lo tenemos que pensar, no es un hábito.
Por ese motivo no nos damos cuenta de que nos hemos comido la bolsa de patatas fritas o hemos visto la temporada entera y son las tres de la mañana hasta que es demasiado tarde. La buena noticia es que podemos tener en cuenta los tres componentes anteriores para introducir cambios positivos en nuestra vida:
Uno de los problemas para adquirir un hábito o cambiar uno que ya tenemos y es negativo es la fricción. Nuestro cerebro sigue la ley del mínimo esfuerzo y consume menos energía mental al hacer lo mismo que siempre. Un truco para evitar esta trampa es que los cambios sean mínimos y pasen por debajo del radar de nuestra cabeza sin disparar sensaciones desagradables. Correr una hora todos los días puede parecer una tortura, pero subir dos pisos de escaleras no parece tan grave. Una vez adquirido el hábito, pasar de cinco minutos de ejercicio a media hora es más fácil, y así sucesivamente.
Estos son algunos de los pequeños hábitos que puedes incorporar en tu vida desde hoy mismo:
*Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.