Sara Lozano: Tolerancia feminista #9M
Ya es algo bueno que las personas debatan sobre el paro del 9 de marzo, se pronuncien y, sobre todo, se escuchen. Mis amigos se inquietan: "no sé qué decir, cualquier cosa las ofende". Y claro, muchas expresiones son de lo más insensible y contrarias al movimiento feminista, pero se quieren sumar.
Habrá quienes se sumen a la ola de popularidad, pero otros como mis amigos, buscan caminos para darle fuerza al movimiento, comprenderlo para apropiárselo. Más que criticar, aplaudo su voluntad.
Hay cosas por explicar, en contraparte, si vamos a hablar de feminismo, hombres, no se compren el papel protagónico. Respiren y reconozcan que son machos porque la sociedad es machista, porque el problema es social y porque el primer paso para cambiarlo es reconocerlo. Hagan lo que hace una querida colega, en Twitter aparece como machista en rehabilitación. El machismo no es normal, es un vicio que primero se tiene que reconocer para estar en condiciones de superar.
Del feminicidio hablé la semana pasada, es la bandera del #9M. Las muertes por guerra, por delitos, por riñas, por accidentes son sustancialmente diferentes a las muertes por ser mujer. Lo más gravoso es que se pueden evitar, cada feminicidio empezó con una violencia menos grave, con un grito, un empujón, un acoso o un golpe. A pesar de que esto se ha demostrado científicamente, el sistema de procuración de justicia que podría hacerlo, no se ha puesto las pilas.
En el ámbito privado y laboral. Está bien que no se descuente el día a quienes participan, pero está mal que se cuestione la agenda de esas mujeres. En tanto no se interactúe en espacios públicos, físicos y virtuales, ellas están manifestándose en ausencia. Está mal que se maneje como permiso y que se requiera un aviso oportuno para prevenir su ausencia. Está mal que les pidan adelantar los pendientes, conseguir un reemplazo o llevar el trabajo a casa. Lo que se busca es evidenciar el vacío, padecer la ausencia de las mujeres y lo que representan para la sociedad.
La vida no tiene precio, pero el dinero se anticipa como el síntoma de relevancia. También se encontrarán evidencias en la comodidad del día, en la imagen, en la limpieza, en la atención y en todos los ámbitos en los que estamos las mujeres y que ese día van a dejar de ser invisibles. Todo esto es para que dejen de morirse diez mujeres al día, sin deudas, ni accidente ni delincuencia de por medio, se mueren porque son mujeres.
Dicho esto, les pregunto: ¿por qué no se suman al #9M documentado la experiencia, hombres-amigos-aliados? Tomen fotografías, hagan cálculos, el lunes 9 de marzo observen su entorno y den cuenta de lo que sucede cuando no estamos.
Más allá del paro, mujeres y hombres, si no creen en el #9M, no se sumen; pero tampoco se opongan, no desacrediten, no cuestionen los derechos de las personas más cuestionadas sólo porque su biología las hizo mujeres. Todas, las mujeres indígenas lo viven día a día, las discapacitadas, las maltratadas y también las que no están en condiciones de desigualdad.
Y más tolerancia para las recientes feministas, las que nos llaman abortistas porque abogamos por la libre elección, las que nos llaman raritas porque respetamos las preferencias sexuales de cada persona. Es la primera vez que estos extremos se tocan y vamos juntas por nuestra seguridad.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.