Rogelio Segovia: Tiempo, ciclos y espacios de reflexión
Estos días, llenos de vino, pavo y bacalao, ofrecen un respiro de la rutina diaria.
Este 2023 está ya en franca declinación y en pocos días habrá terminado. Esta semana, la que transcurre entre Navidad y Año Nuevo, presenta poca información relevante, y la que llega a ocurrir, suele pasar desapercibida para muchos. Estos días, llenos de vino, pavo y bacalao, ofrecen un respiro de la rutina diaria. Nos permiten despertar un poco más tarde, disfrutar de la comida y posponer las tareas pendientes.
También, para muchos, son momentos de nostalgia y tristeza. Muchas personas recuerdan su infancia, o vivencias de hace algunos años, como una época más feliz de lo que realmente fue. Nuestro sesgo de retrospectiva positiva, el que nos dice que ‘todo tiempo pasado fue mejor’, nos asalta sin cuartel al encontrar un terreno emocional fértil generado por estas fechas.
Otros más aprovechan para definir su plan de vida de los siguientes doce meses. Plan al que comúnmente le llamamos ‘propósitos de Año Nuevo’, en donde incluimos objetivos variopintos; desde bajar de peso y hacer más ejercicio, hasta buscar un mejor empleo y pasar más tiempo con la familia.
Desafortunadamente, también nos encontramos con ciertas voces, cínicas y autosuficientes, que se burlan con ironía de las personas que utilizan estos días para desconectarse, de a quienes les invade la tristeza, y de los que se proponen alcanzar ciertos objetivos personales.
El principal argumento que utilizan suele ser que el fin de año no es más que un concepto abstracto y subjetivo; constante e inmutable. Por lo que, afirman dichas voces críticas, el utilizar estas épocas para descansar (en vez de trabajar aprovechando que hay poca gente en la oficina); sucumbir a la tristeza de las fechas; o ponerse objetivos que pudieron iniciar hace un par de semanas, no refleja, en la opinión de estos detractores, más que una marcada falta de carácter personal.
Sí, quizá el marcar fechas en el calendario sea subjetivo, y el aprovechar una de estas, denominada fin de año, sea relativo. Pero lo cierto es que para nosotros, los seres humanos, los ciclos son una parte integral de nuestra comprensión del tiempo y de la vida, nos proporcionan una estructura y un marco de referencia que nos permiten medir nuestro progreso, reflexionar sobre nuestros logros y aprender de nuestros errores. En resumen, los ciclos nos ofrecen la oportunidad de cerrar capítulos y comenzar de nuevo con una pizarra limpia.
Y aunque los detractores, o voces cínicas, pueden argumentar que estos ciclos son arbitrarios y que no hay nada mágico en la transición de un año a otro, podemos utilizar el momento de la fecha para abrir espacios de reflexión, ya sea como espacio de descanso, de nostalgia o de planeación.
La pregunta clave es, ¿cómo aprovechar estos días y abrir verdaderos espacios de reflexión que no terminen diluyéndose al paso de los primeros días del mes de enero? Básicamente, aprendiendo a estar, a solas, con nosotros mismos.
En su obra póstuma “Pensamientos”, el filósofo francés Blaise Pascal menciona que “todos los problemas de la humanidad provienen de la incapacidad del hombre para sentarse solo y en silencio en una habitación”. Esta frase, que puede interpretarse como un llamado a la introspección y la meditación, es una crítica a nuestra falta de capacidad para estar solos y en silencio.
Esta incapacidad nos lleva a buscar constantemente la compañía de los demás, a llenar nuestro tiempo con actividades y distracciones, y a evitar enfrentarnos a nuestros propios pensamientos y sentimientos.
De lo dicho por el también matemático y teólogo Pascal, podemos inferir que la mejor manera de abrir espacios de reflexión, es a partir de desarrollar la capacidad de estar con nosotros. Una buena manera de conseguir esto, y que la revista Harvard Business Review recomienda especialmente para posiciones laborales que tienden a ser solitarias, como la del CEO, es teniendo un diario personal (The More Senior Your Job Title, the More You Need to Keep a Journal).
Llevar un diario (y que mejor manera de empezarlo que un primero de enero) en momentos de reflexión serena nos permite tener, de manera estructurada, reflexiones personales y laborales. Reproducir los acontecimientos de nuestro cerebro, y especialmente si lo hacemos escribiendo a mano más que en nuestra tableta o computadora, es esencial para el aprendizaje.
Es sencillo llevar este registro diario: Primero escribe la conclusión o resultado que resume el tema a tratar. Luego, enumera la razón esencial de cómo llegaste a ese resultado respondiendo en varias ocasiones la pregunta “¿por qué?”.
Después recuerda las emociones que afectaron la toma de decisiones, cómo te hicieron sentir, y que las detonó. Finalmente, identifica las lecciones aprendidas y plantea cómo puedes abordar la situación de manera diferente en el futuro (ya sea un evento que consideres positivo o negativo).
Ya sea que estos días sean para nosotros espacios de descanso, de nostalgia, o de planeación de objetivos a futuro, debemos aprender a otorgarnos, de manera diaria, espacios de soledad y reflexión. Un diario personal debería formar parte del conjunto de herramientas de cualquier líder.
Epílogo.— Te agradezco de corazón que me acompañaras en cada columna semanal de este año. Te deseo un próspero y feliz 2024. Nos seguimos leyendo en este espacio.
El autor es Doctor en Filosofía, fundador de Human Leader, Socio-Director de Think Talent, y Profesor de Cátedra del ITESM.
Contacto: rogelio.segovia@thinktalent.mx