Dos visiones políticas opuestas
Arrancamos las campañas y tanto Claudia Shienbaum como Xóchitl Gálvez nos revelaron sus cartas. Nos delinean la agenda y mecanismos que pretenden de llegar a la Presidencia de México.
Arrancamos las campañas y las principales candidatas nos revelaron sus cartas. Así nos delinean la agenda y mecanismos que pretenden de llegar a la Presidencia de México. Una lectura de ambas propuestas brinda una radiografía rápida de sus perfiles, visiones y anhelos. Les adelanto: temas similares con enfoques y métodos opuestos.
La candidata morenista formuló un plan mixto: continuará con recetas probadas con buenos resultados y propone nuevas soluciones en tecnología, becas universales en educación, y programas sociales complementarios. Seguirá desmantelando los restos de las políticas neoliberales y asegura que la soberanía, la honestidad, y la prosperidad compartida son la vía para mejorar.
La visión humanista de Claudia Sheinbaum es innegable. El centro de su proyecto es la dignificación del pueblo de México, empezando por las personas en situación de pobreza. Recordemos que busca atender las causas, unir al barrio con inclusión, coordinar autoridades, buscar una prosperidad compartida y aprovechar oportunidades de relocalización empresarial con justicia social. Lo más destacable de este proyecto es que promete garantizar acceso pleno a los derechos, en lugar de otorgar oportunidades.
Por su parte, el proyecto de oposición parte de lo que estima como fallas del gobierno actual y propone soluciones radicales. Es una estrategia que explota el miedo, la desesperación y el desamparo de quienes han sufrido épocas adversas. En sus “Propuestas para vivir sin miedo” nos habla de inseguridad, feminicidio, enfermedad y falta de oportunidades, como los pilares sobre los que pretende construir su proyecto. Por ejemplo, Gálvez sugiere otorgar bonos para que algunos jóvenes —con ciertos recursos complementarios— acudan a escuelas privadas. Esto es, dar mejores oportunidades a unos cuantos, y no dar acceso pleno a derechos para toda la población. De todo el documento, la única propuesta que promete continuidad es la de los programas sociales del presidente López Obrador.
De esta manera, Xóchitl Gálvez mete el dedo en la llaga y promete cerrar las heridas. Propone “rescatar” las Fuerzas Armadas para combatir al crimen organizado y hacer una Guardia Nacional con mayor presentismo y mando civil. Reconoce el problema de sobrepoblación e ineficiencia en reclusorios —es más, ella misma nos recuerda que tiene a una hermana privada de la libertad por más de 12 años sin sentencia— y, no obstante, busca construir tres megaprisiones de alta seguridad y duplicar a funcionarios públicos en policías, fiscalías y poderes judiciales. No explica ni cómo, ni cuándo, ni de dónde sacará los recursos. Este plan de seguridad, amén de constituir una metodología probada con malos resultados, es un mecanismo que perjudica principalmente a personas en situaciones de pobreza y vulnerabilidad. A mi juicio, deberíamos buscar cómo despresurizar el sistema para que funcione, en lugar de multiplicar aquello que sabemos que tiene fallas.
En este contexto, sorprende que Gálvez afirmó el pasado lunes 11 de marzo que haría suyas —sin más— las propuestas de la “Agenda por la Paz”, presentadas en la Conferencia del Episcopado Mexicano. Y sorprende porque dichas propuestas buscan remediar el camino desde la reconstrucción del tejido social y no tienen un enfoque de mano dura como Xóchitl propone. Esto es, el Compromiso por la Paz es opuesto a la estrategia de seguridad de la oposición, y no obstante la candidata “la hizo suya”.
Por cuestiones de espacio, es imposible aquí comparar cada tema de las propuestas. Sin embargo, es responsabilidad de cada uno analizar a detalle el proyecto de cada candidata, reflexionando especialmente en la efectividad y los tiempos de resultados. Involucrarnos con la política no es una moda, ni un repetir aquello que escuchamos de nuestro círculo social o económico; es una responsabilidad y un deber ciudadano. Ese es nuestro deseable punto de encuentro: decidir informadamente qué proyecto de Nación queremos.