Me encarga mi sobrina C., dilecta por consanguinidad y también por haber sido lo suficientemente insensata como para licenciarse en Periodismo, un artículo laudatorio sobre la Fundación Mary Ward, auspiciada por las monjas irlandesas y cuyo trabajo con las niñas más desfavorecidas de India, que ya es decir, se me antoja digno de todo encomio. Seis semanas de cagaleras e incomodidades de toda índole no la han convencido para que, en las próximas vacaciones, cambie el voluntariado por el confort de un resort en el Caribe... Читать дальше...