Senegal celebra este domingo las elecciones más inciertas desde su independencia
Nadie esperaba en Senegal que fuera a haber elecciones presidenciales este 24 de marzo. Cuando el jefe de Estado del país, Macky Sall, dijo el 3 de febrero que las elecciones previstas para el día 25 de ese mismo mes quedaban retrasadas hasta una fecha por determinar, comenzó la incertidumbre. Sall propuso el 15 de diciembre como nueva fecha. Luego se propuso el 2 de junio. El Consejo Constitucional ofreció el 31 de marzo como alternativa y finalmente se decidió que los comicios tendrían lugar el 24 de marzo, desde que el mandato de Macky Sall expira el 2 de abril y la legislación senegalesa obliga al presidente a abandonar su puesto antes de ese día. La incertidumbre es la firma que ha acompañado al proceso electoral senegalés desde el pasado mes de febrero.
Tres hombres se alzan por encima del resto de la lista de 19 candidatos que optarán por la máxima posición en el país. Son Amadou Ba, actual primer ministro y exministro de Asuntos Exteriores y de Economía; Bassirou Faye, candidato por el partido antisistema conocido como PASTEF; e Idrissa Seck, un viejo lobo de la política senegalesa que será la cuarta vez consecutiva que se presenta a unas elecciones presidenciales. Cada uno ofrece una alternativa diferente dentro de la convulsa escena política senegalesa.
Amadou Ba se presenta como una continuación de las exitosas políticas económicas de Macky Sall, que ha conseguido incrementar el PIB nacional de 17.000 millones a 27.000 millones en doce años, así y como una alianza estable con los países europeos frente a la expansión de la influencia rusa en la región. Su habilidad en la rama económica de la gobernanza y sus excelentes relaciones con diferentes organismos internacionales (ha sido miembro del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial) ofrecen a la población senegalesa la promesa del desarrollo, aunque pesa en su contra el resentimiento que han despertado entre los votantes los últimos meses del gobierno de Sall. Igualmente, su predecesor ha dejado de lado las regiones del país más alejadas de la capital, Dakar, y esto puede perjudicar el voto que reciba en las comunidades rurales.
Bassirou Faye salió de la cárcel el pasado 14 de marzo, tras vivir once meses de prisión preventiva por difamación y desacato y por criticar en las redes sociales a varios jueces. Esta liberación in extremis le ha llevado a incorporarse con diez días de retraso a la campaña electoral, pero también refuerza su fama entre la juventud senegalesa, que respira ansiosa por buscar un futuro alternativo a la asociación con París y que se mueve profundamente influida por el conservadurismo religioso que sirve en Senegal como reacción cultural al neocolonialismo francés. Será Faye quien represente al partido del cambio, PASTEF, después de que las sucesivas condenas judiciales hayan impedido a su líder original, Ousmane Sonko, presentarse a los comicios. Si Amadou Ba ofrece continuismo, Faye y Sonko apuestan en su discurso por el rupturismo que persiga una ilusión de independencia efectiva en el país africano.
Idrissa Seck es un eterno perdedor con eternas posibilidades de una victoria. Aunque nadie apuesta seriamente por él como ganador de los comicios, el descontento general que reina frente a Macky Sall y la resistencia que ofrecen amplios sectores sociales a la hora de confiar en PASTEF abren una puerta de nuevas alternativas para este candidato de 64 años. Idrissa Seck reitera en sus discursos la intención de repartir la riqueza de forma equitativa entre las distintas regiones, al contrario de lo procurado por Macky Sall, igual que apuesta por la creación de una moneda común para toda África Occidental (sostenida en las materias primas y los hidrocarburos) y que escape de la vinculación al euro que sufre hoy el franco CFA.
La ley electoral senegalesa estipula que el ganador de las elecciones debe obtener un apoyo superior al 50% en la primera ronda. De no ser así, haría falta una segunda ronda en la que se enfrenten los dos candidatos que obtuvieron un mayor número de votos en la primera. El aumento de la popularidad de Seck, aunque probablemente insuficiente para ganar las elecciones, sí que puede provocar que ninguno de los dos candidatos favoritos obtenga un resultado superior al 50%, obligando a una segunda ronda que prolongue la crisis política que atraviesa Senegal.