Si el empeño del PSOE por recontar los 30.302 votos nulos de Madrid se diera en un contexto como el de febrero de 1936, no habría hecho falta acudir a la Junta Electoral, ni al TS, ni al TC, que entonces se llamaba Tribunal de Garantías Constitucionales. Habría bastado con hacer esto: «Se anularon todas las actas de ciertas provincias donde la oposición resultó victoriosa; se proclamaron diputados a candidatos amigos vencidos» (Manuel Azaña, Journal de Genève, 1937). Un inmenso pucherazo llevó al poder al Frente Popular, inaugurando medio año de arbitrariedad y violencia que desembocó en el asesinato de José Calvo Sotelo a manos de militantes socialistas, y en el inmediato alzamiento. Del carácter fraudulento de aquellas elecciones dan...
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